Las tareas en el huerto no son una ciencia exacta
La primavera se anuncia a viva voz con el estallido de las flores de los ciruelos y los almendros que transforman no sólo el paisaje sino también nuestro estado de ánimo.
Pero ya sabemos que no nos podemos confiar, aún puede helar y aunque algunos días se presentan soleados y con temperaturas suaves y templadas, no me voy a arriesgar a sembrar o plantar los cultivos de la temporada primavera-verano aún.
De las coles recogidas del huerto, las romanescu son las que más han sufrido por las heladas.
La amenaza de helada me viene muy bien como excusa para alargar los cultivos de otoño-invierno que aún permanecen en mi huerto y no por dejadez sino porque el año pasado la estación estival llegó con un poco de retraso y con ello la recogida de los cultivos (tomate, pimiento, berenjena, pepino, calabacín, etc.) también se retrasó, prolongándose la ocupación de estas plantas en el huerto.
Por ello no arranqué estas plantas para hacer sitio a las de otoño-invierno porque aún continuaban dando frutos.
Plantas de coles que próximamente tendré que arrancar después de recolectar sus frutos.
Por consiguiente, las coles, cultivo típico de la temporada invernal, las planté en octubre-noviembre (un poco tarde) y al día de hoy aún continúan creciendo en el huerto.
El único problema es que, a excepción de la berza, las demás coles (brócoli, coliflor, romanescu) empiezan a alzarse en flor cuando las temperaturas suben, provocando que se malogre el fruto. Y digo ésto porque llevamos tres días completamente primaverales con temperaturas que se acercan a los 20ºC, algo inesperado después de llevar meses con cielos encapotados, lluvias y temperaturas muy frías.
El brócoli, el romanescu y la coliflor se alzan en flor cuando hace calor. La berza, en cambio, se desarrolla bien.
Pero creo que lo entenderás mejor si ves las fotos que pongo a continuación, en ellas lo que quiero explicar es:
– Ya debería tener los cultivos de otoño-invierno arrancados.
– La tierra tendría que estar totalmente removida y mejor aún si tuviese ya armados los bancales a la espera del transplante de los cultivos de primavera-verano.
Así debería tener ahora el huerto, preparado para sembrar los cultivos de primavera-verano.
Pero lo que en realidad tengo es:
– Coles, ajos, cebollas, lechugas, achicoria, guisantes, habas, etc. que tienen los días contados. En principio me he puesto un plazo máximo de dos semanas para quitarlas.
Deliciosa lechuga mantecosa, obtenida de unas semillas que me trajeron desde Argentina.
Achicoria para añadir a las ensaladas.
Los ajos sí que son poco pretenciosos, se fortalecen con el frío y la escasez de agua.
La alcachofa o alcaucil es una planta que ocupa mucho espacio en el huerto.
No tener huerto no es excusa para no sembrar ajos ya que en un recipiente crecen perfectamente.
Los guisantes sembrados en octubre ya han pasado los días más fríos y siguen creciendo.
Las habas, al igual que los guisantes, continuarán en el huerto ya que aún no tienen frutos.
El orégano se repone de la drástica poda que le hice hace ya 3 meses.
Conclusión:
La actividad en el huerto no es una ciencia exacta,
se aprende y experimenta constantemente.
El éxito o fracaso de los cultivos depende de varios factores
(especie, clima, plagas, experiencia, cuidados, etc.).
En este caso, me refiero al clima.
Adapté los tiempos de siembra y cosecha al clima y no al mes del año,
con las ventajas y desventajas que ello conlleva.
Ventajas: Estuve comiendo tomates y pimientos en octubre
(Mes, mes y medio más de lo habitual).
(Mes, mes y medio más de lo habitual).
Desventajas: Comí menos coliflores, berzas, lombardas y romanescu.
Y lo mejor de todo es que este año la tierra y el clima
me aportarán nuevas experiencias
y volveré a aprender un poco más.